viernes, 29 de abril de 2011
La muerte
Hace estallar el vuelo 203 de Avianca4 (27 de noviembre de 1989) con el fin de matar al entonces candidato César Gaviria (quien no subió al avión por consejo de sus asesores), con un saldo de 107 muertos. Al mes siguiente, coloca un coche bomba al frente del edificio del DAS, la policía secreta colombiana (6 de diciembre de 1989), buscando acabar con su director, el general Miguel Alfredo Maza Márquez, quien salió ileso a pesar de que la edificación quedo semidestruida. Dicho atentado le costó la vida a aproximadamente 70 personas y causó centenares de heridos.
Tras amedrentar a los gobiernos de Virgilio Barco (1986 - 1990) y de César Gaviria (sucesor de Barco en 1990) mediante la violencia, y debido a la mediación del padre Rafael García Herreros, se entregó a la justicia colombiana en junio de 1991, con la condición de no ser extraditado a los Estados Unidos (para lo cual se realizó una reforma a la Constitución de Colombia). Fue recluido en "La Catedral", una cárcel en el municipio de Envigado, dotada con todo tipo de lujos según las especificaciones de Escobar, y desde donde siguió delinquiendo, ejecutando incluso a viejos compañeros de la mafia en sus instalaciones, como los hermanos Moncada y los Galeano. El 20 de julio de 1992 se fugó tranquilamente, tras haberse enterado de que iba a ser trasladado de prisión.
El asesinato de los Moncada hizo que personas en la mafia y en los paramilitares conformaran un grupo que se hizo llamar "Los Pepes" ("Perseguidos Por Pablo Escobar") y que utilizó las mismas tácticas para enfrentar al capo. Pusieron bombas en sus edificios, asesinaron a sus abogados y profundizaron el baño de sangre que sufría Colombia. Los hermanos Castaño también tuvieron una disputa con Escobar, y Fidel Castaño se convirtió en jefe de operaciones de Los Pepes. Después de las muertes de Escobar y de Fidel Castaño a causa de un balazo de rifle propinado por un integrante del EPL en 1994 en el norte de Colombia, Carlos Castaño lograría convertirse en la cabeza paramilitar.
La muerte de Escobar generó distintas reacciones: su familia y sus protegidos lloraron su muerte, y a su entierro asistieron miles de personas, en su mayorías de los barrios pobres de Medellín. Pero la prensa y el gobierno lo consideraron un triunfo en la lucha contra las drogas y el principio del fin del tráfico de estupefacientes, lo cual no fue así.
Al momento de su muerte, la revista Semana de Bogotá describía así la huella que marcaba en la historia de Colombia: "No dejó gobernar a tres presidentes. Transformó el lenguaje, la cultura, la fisonomía y la economía de Medellín y del país. Antes de Pablo Escobar los colombianos desconocían la palabra sicario. Antes de Pablo Escobar Medellín era considerada un paraíso. Antes de Pablo Escobar, el mundo conocía a Colombia como la Tierra del Café. Y antes de Pablo Escobar, nadie pensaba que en Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo. Por cuenta de Pablo Escobar hay carros blindados en Colombia y las necesidades de seguridad modificaron la arquitectura. Por cuenta de él se cambió el sistema judicial, se replanteó la política penitenciaria y hasta el diseño de las prisiones, y se transformaron las Fuerzas Armadas. Pablo Escobar descubrió, más que ningún antecesor, que la muerte puede ser el mayor instrumento de poder."
La banda de rock argentina, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, compusieron "Me matan, Limón", una canción que habla de la muerte de Escobar y su guardaespaldas, Limón.
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